Revisar compulsivamente el correo electrónico, nos hacen mostrar una aparente actividad para parecer más ocupados frente a los demás. El envío de mails sigue siendo un canal de marketing rentable.
En la actualidad gestionamos una ingente cantidad de comunicación a través de herramientas como el correo electrónico. Particularmente, computando las cuentas personales y profesionales, puedo superar con facilidad los 175 correos electrónicos que recibo a diario. Esto me lleva a pensar en la cantidad de tiempo diario que se destina a gestionar el correo electrónico. Además, hay que tener en cuenta que, aún y eliminar directamente un correo, eso no implica no leer el asunto o el remitente para identificar que realmente no es un correo relevante.
Este no es un tema nuevo. Pero, hemos llegado a tal punto que en la actualidad ya no solo revisamos solo la “bandeja de entrada”, sino que hemos de revisar la carpeta de “Spam”. Tantísima gente canaliza las comunicaciones a través del correo electrónico, que en algunos casos extremos se podría considerar como un “Chat”.
Pero esto tampoco nos ha de parecer extraño. El correo electrónico lo vemos en el trabajo, en el ,móvil, en la tablet, en el ordenador de casa,… y aquí es donde reside una parte de la improductividad, y es que si tenemos el correo en varios dispositivos, posiblemente terminaremos revisando el mismo correo en cada uno de ellos. Las empresas de marketing son buenas conocedoras de ello, por eso el correo electrónico sigue siendo la mejor forma de comunicación y promoción de forma invasiva, ya que antes o después acabarás por ceder y ver esa promoción que te ha llegado. Como es lógicco, en Openlazarus no seremos menos, y los usuarios disponen de un módulo para efectuar envío masivo de comunicados a sus clientes. Eso sí, de una forma responsable, ya que los usuarios siempre pueden gestionar la suscripción a los comunicados del comercio.
Y porque usamos tanto el correo si es tan improductivo?
En el fondo , no es habitual que nos paremos a medir nuestra improductividad , sino la de los demás. Y la improductividad de los demás nos importa en la medida que la misma nos afecte a nosotros. Por eso, erróneamente nos convencemos que enviando un correo electrónico favorecemos la productividad de los demás ya que si no pueden atender en el momento, les servirá de recordatorio.
Si analizáramos al detalle el efecto improductivo del correo electrónico, nos daríamos cuenta en que lo que más tiempo nos quita no es revisar los correos que recibimos sino en el tiempo que destinamos nosotros en redactar uno nosotros para comunicar algo correctamente a los demás.
Pero no nos olvidemos del efecto social. Hemos de tener en cuenta que con el tiempo nos volvemos poco a poco en compulsivos de revisar constante el correo electrónico, que nos hacen mostrar de una aparente actividad nos hará parecer más ocupados frente a los demás.
Nos engañamos a nosotros mismos. Hay que valorar el tiempo que nos lleva explicar algo por escrito y algo verbalmente y seleccionar el canal más adecuado. Además si quiero que algo se haga pronto y bien, mejor coger el teléfono y exponerlo de inmediato, porque sino podemos ser un correo pendiente de leer en una bandeja de entrada por tiempo indeterminado.